martes, 2 de abril de 2013

ENFERMEDAD MENTAL Y ESTIGMA

Aunque sea de forma inconsciente y siendo esta una sociedad relativamente avanzada, lo cierto, es que hoy por hoy todavía existe una gran parte de la población que siente cierto miedo y desconfianza de tratar con personas que padecen una enfermedad mental.


Como claro ejemplo, tenemos la esquizofrenia, una de las enfermedades mentales más estigmatizantes, tanto para la persona que la padece como para la familia. Esto es debido a su supuesta relación con conductas violentas, peligrosidad, pérdida del juicio, comportamiento imprevisible o descontrol, entre otros términos.

Estas personas sufren en su día a día una serie de actitudes sociales que influyen negativamente en muchos ámbitos de su vida, como el relacional y el laboral entre otros. Por lo tanto, tienen que enfrentarse por un lado, a los síntomas y dificultades propios de la enfermedad que padecen y por otro, al estigma asociado a la misma.

Actualmente, este término se emplea dentro del ámbito de la salud para indicar aquellos prejuicios y estereotipos que existen hacia ciertas personas que sufren determinadas enfermedades.

Según Weis. M.G. “El Estigma es un proceso social o experiencia personal caracterizado por la exclusión, el rechazo, la vergüenza o la devaluación debida a la experiencia o anticipación de un juicio social adverso de la persona o grupo social. Este  juicio se basa en una característica duradera de la identidad conferida por un problema de salud y es, en alguna forma esencial, injusto desde el punto de vista médico”.

Este estigma es debido en gran parte al desconocimiento de la sociedad sobre las enfermedades mentales, en cuanto a sus causas que las provocan, las consecuencias y los posibles tratamientos que existen para paliarlas, los cuales  hoy en día son variados.

Así mismo, cabe destacar el importante papel que desempeñan los medios de comunicación en cuanto al fomento de actitudes estigmatizantes a través de “etiquetas” y mal uso de los términos en relación a la salud mental. No es raro encontrarnos con títulos de noticias del tipo: “Un joven esquizofrénico mata a su madre, apuñala a su padre y se suicida”.  Vivir en una sociedad en la cual se “etiqueta” y se “señala” continuamente asigna ideas erróneas que pueden llegar a ser interiorizadas de modo que las propias personas con enfermedad mental desarrollan actitudes estigmatizadoras contra ellos mismos, o lo que es llamado “autoestigma”, promoviendo pensamientos del tipo “Es cierto, no soy capaz de cuidar de mí mismo, entre otros.

Las consecuencias del estigma son evidentes:
  • Provoca actitudes discriminatorias.
  • Fomenta el autoestigma.
  • Favorece el aislamiento,  reduciendo las relaciones sociales y afectando a la autoestima.
  • Dificulta la aceptación de la enfermedad, generando sentimientos de culpa y vergüenza obstaculizando a su vez la petición de ayuda por parte de los afectados.
  • Interfiere en la evolución del tratamiento, aumentando los abandonos de los mismos.
  • Obstaculiza la inserción laboral.
En definitiva: el estigma supone una barrera para la integración social.

Estas consecuencias, afectan tanto a la propia persona como a los propios profesionales y a la familia, la cual desempeña un importante papel en todo el proceso de recuperación.

Según la OMS, en la actualidad, ya son 400 millones las personas que sufren trastornos mentales o neurológicos y un 1% de la población desarrollará alguna forma de esquizofrenia a lo largo de su vida. Por tanto, creo que sería necesario que muchas personas hiciesen un voto de reflexión en cuanto a esa percepción hacia las personas con enfermedad mental ya que nadie estamos exentos de desarrollar en algún momento de nuestra vida alguna de ellas. Tal vez en esos momentos tomemos consciencia de que la enfermedad mental no debe ser motivo de miedo o rechazo si no de apoyo y comprensión.

Para finalizar, os dejo el enlace de un documental sobre la esquizofrenia (“1% Esquizofrenia”) que me pusieron el año pasado en el cual no sólo se comenta el posible origen de esta enfermedad, si no que muestra testimonios de personas que la tienen, que a mí personalmente me hicieron reflexionar sobre la situación tan angustiosa que debe suponer el padecimiento de una enfermedad como esta.



María Ortiz Rodríguez 
Grupo C1

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