El alcoholismo es una de las adicciones más frecuentes. Es
habitual que se vincule con un vicio y se vea a la persona alcohólica como la
única responsable y causante de su situación. No obstante, el alcoholismo es
una enfermedad que afecta a gran parte de la población, aunque en muchos casos
no se percibe hasta sus últimas consecuencias.
Como he señalado se trata de una enfermedad, una enfermedad
progresiva, crónica y degenerativa. Está caracterizada por daños físicos en
todos los sistemas del organismo, siendo los más complicados los que se
relacionan con el sistema cardiovascular, el sistema nervioso y el hígado.
¿En qué ámbitos de
nuestra vida influye el consumo excesivo de alcohol?
En el ámbito laboral la capacidad de trabajo se resiente
progresivamente, siendo frecuentes los retrasos, los accidentes y las bajas
laborales, pudiendo perder su puesto.
Como consecuencia de desatender los asuntos laborales, puede
llevar también a una pérdida del nivel social, e incluso a la mendicidad en
casos extremos. Todo esto puede
ocasionar actitudes de rechazo y pérdida de relaciones y amistades, siendo
frecuente que el enfermo alcohólico acabe aislado.
Las relaciones familiares sufren deterioros, en algunos
casos se rompen por completo. Los reproches, los celos, las discusiones, las
agresiones, forman parte de la vida cotidiana y no es raro que desemboquen en
separaciones matrimoniales y dispersión de la familia.
Las consecuencias que el alcohol ejerce sobre el empleo y
las redes de apoyo pueden encaminar
al individuo hacia todo un proceso de exclusión social o desafiliación.
al individuo hacia todo un proceso de exclusión social o desafiliación.
Robert Castel establece una correlación entre la situación
laboral y la participación de las redes de sociabilidad, que dará lugar a lo
que metafóricamente denomina una de las “zonas de cohesión”, distinguiendo
entre la zona de integración, de vulnerabilidad y exclusión o desafiliación. No
cabe ni decir que lo ideal para la vida en sociedad es estar integrado en la
zona de inclusión, que se caracteriza por la estabilidad, tanto en el ámbito
laboral, como relacional, pero además nos proporciona sentido vital y un lugar
o status en la sociedad de la cual formamos parte, y también por qué no
destacar que existe gracias a que el individuo forma parte de ella. Por su
parte, la zona de vulnerabilidad se caracteriza por la precariedad que sufre el
individuo en las dos dimensiones fundamentales de la integración social ya
mencionadas el empleo y las redes de apoyo. Esta zona está situada en una
posición estratégica, en la medida que es donde se produce el debilitamiento
del bienestar social y la transmisión hacia la exclusión. Finalmente aquellas
personas que estén excluidas del mundo laboral y además carezcan de relaciones
sociales, estando en situación de aislamiento social, pertenecen a la zona de
exclusión o desafiliación.
Hay que poner en marcha todos los dispositivos posibles para
que desaparezca la invisibilidad de estos colectivos, y la incorporación de
mediadores sociales que trabajen con estrategias de acercamiento para acceder a
ellos y servir de puente entre los dispositivos asistenciales y los propios
afectados.
Esto ha llevado a crear centros específicos de media y larga
estancia, con programas de tratamiento intensivo al mismo tiempo que trabajar
con técnicas de reducción de daños, entrevista motivacional y programas de
integración.
Raquel Reyes Torres
2ºC, C1.
Raquel Reyes Torres
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