domingo, 2 de junio de 2013


El suicidio no es un drama individual sino un auténtico problema social.


 
Cuando alguien se quita la vida, el silencio lo llena todo. Eso a pesar de que son pocos los que se libran de haber sufrido un caso cercano. Un amigo, un familiar, un vecino, el padre de un amigo... Y también a pesar de que el suicidio es la principal causa de muerte violenta en el mundo, por encima de homicidios, guerras y accidentes de tráfico.

Su frecuencia ha aumentado un 60% en el último medio siglo, y ya son varios los estudiosos que señalan un incremento propiciado por la crisis económica.

El suicidio es la primera causa de muerte violenta en España. Sin embargo, hay todo un silencio en torno a él. Silencio entre quienes lo intentan, silencio de los familiares que lo esconden porque es tabú; silencio entre las instituciones que, pese a los casi 3.500 muertos anuales, apenas hacen campañas de prevención. Y silencio también en los medios de comunicación, que apenas lo mencionan por miedo al efecto imitación.

 En el mundo se suicidan al día 2.700 personas y 54.000 lo intentan, cifras que superan a la suma de las víctimas mortales de todas las guerras y homicidios que se producen en el planeta. Un fenómeno que aumenta año tras año y que se estima en 2020 habrá aumentado un 50%.

Las mujeres lo intentan más. Los hombres son más efectivos. De hecho, los varones triplican a las féminas en número de suicidios.

La mitad de los suicidados lo consigue tras una o varias tentativas.

Los estudios detectan dos picos en las cifras: la adolescencia y la vejez. Los ancianos son el principal grupo de riesgo, por varios factores, como la pérdida de poder adquisitivo que va aparejada a la jubilación, Además, está la inversión de la pirámide poblacional: cada vez hay más ancianos, una esperanza de vida mayor, y por tanto más enfermedades crónicas, problemas familiares, la pérdida de la pareja...

Para los adolescentes, por su parte, el fracaso escolar, un desengaño amoroso, el divorcio de los padres o conductas de imitación pueden convertirse en desencadenantes de la muerte voluntaria

Si algo se ceba con los suicidas es la enfermedad mental. O más bien viceversa. En el 90-95% de los casos existe algún tipo de trastorno psiquiátrico, la mayor parte de las veces, una depresión. De ahí la importancia de la atención y detección temprana.

El 5% restante obedece a un factor existencial que hace que la persona en cuestión vea en el suicidio la única manera de poner fin a sus problemas. Los antecedentes familiares, padecer una enfermedad crónica que cursa con dolor, conductas adictivas (como el alcoholismo), acontecimientos vitales que suponen pérdidas afectivas, el aislamiento y el hecho de haber tenido alguna vez pensamientos suicidas son otros factores de riesgo.

Hay tantos casos como personas, si bien una característica común a todos es la soledad. Soledad a la que se suman situaciones traumáticas (una ruptura amorosa, la muerte de un familiar...). Y, según la psiquiatra Carmen Tejedor, experta en Suicidología, detrás de un suicidio "siempre está el dolor".

"Nadie que es feliz se suicida. Quien se suicida siempre es una persona con dolor físico o moral, que no ve salida y se le hace insoportable", explica Tejedor, que descarta además que el suicidio pueda ser una decisión racional: "Para ser libre hay que tener un equilibrio emocional, pero el que se suicida es que no tiene otra salida, luego no hay libertad. Si no hay libertad no hay culpa. Pero como pensamos que es un acto de libertad, esto da lugar a juicios paralelos y atribuimos la culpa a la familia. Y aumentamos el sufrimiento".

Y sugiere el siguiente ejercicio: "Tal vez la pregunta que deba hacerse es: '¿Y usted, por qué no se suicida?' Cuando conteste, entenderá por qué el suicida sí lo hace".

Carmen Tejedor es una experta psiquiatra que lleva más de 30 años investigando y trabajando para combatir el suicidio. En 2006 implantó un programa que redujo en un 23% los reintentos de suicidio en sus pacientes. Además dice que si las personas conociésemos la realidad del suicidio, no tendríamos esta actitud moralizante y perseguidora del suicidio y sería más fácil que el que lo piense, lo comente y el que lo escucha, no lo niegue.

A continuación os dejo un documental que se hace eco de una nueva corriente de opinión, encabezada por médicos y expertos, que apuesta por hablar del suicidio para combatir sus causas. El fin último: reconocerlo como una enfermedad más y destinar recursos a su prevención y rehabilitación.
http://www.youtube.com/watch?v=AnRgt_IMKsY

Todos ellos coinciden en la necesidad urgente de instalar el suicidio en el debate público, como en su día se hiciera con los accidentes de tráfico o la violencia de género. Insisten en la idea de que hablando del suicidio se evita el suicidio y que sólo así se podrá actuar.

Con esta entrada pretendo reflejar que el suicidio es un autentico problema social, que para poder detenerlo el primer paso imprescindible es luchar contra el tabú que existe sobre el suicidio.
 
 SANDRA LUCAS TRIVIÑO 2ºC 1

 

 

 

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