Según
un informe de Save The Children más de dos millones de niños y niñas viven bajo
el umbral de la pobreza. La pobreza infantil, estabilizada durante años en torno a la ya elevada cifra del 24% de la población menor de edad, se incrementó de 2009 a 2010 del
23,7% al 26,2%, un incremento y un porcentaje nunca alcanzados para esta
franja de edad.
23,7% al 26,2%, un incremento y un porcentaje nunca alcanzados para esta
franja de edad.
La
crisis económica que venimos viviendo desde hace unos años se ha comportado de
manera despiadada con buena parte de la sociedad, pero son los niños uno de los
sectores que más la están sufriendo. Los menores son vulnerables y no cuentan
con medios para hacer frente a situaciones de dificultad.
Cada
día escuchamos en los telediarios innumerables noticias sobre comedores
escolares que cierran, reducciones en las cuantías y las cantidades de becas, padres
que tienen que dejar de llevar a sus hijos a actividades extraescolares… y vemos el sufrimiento de los padres por no
poder dar a sus hijos todo aquello que se merecen, incluso a veces ni siquiera
lo básico para vivir.
Frente
a este panorama cabe preguntarse qué hacen los organismos públicos para paliar
esta situación. La respuesta es breve: POCO. Cada vez es mayor el número de
menores atendido por asociaciones u ONG´s.
Y es que España está en la cola de pobreza
infantil. Somos uno de los países industrializados con mayores tasas de pobreza
infantil, según un estudio de UNICEF.
España ha retrocedido en la clasificación de bienestar infantil en la
primera década del Siglo XXI, hasta situarse en el puesto 19 de los 29 con las economías
más avanzadas del mundo.
No debemos olvidar, como asegura La investigadora del
Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia que a los niños se les
carga además con "roles que no les corresponden, como el cuidado de otros
hermanos o tareas domésticas, porque sus padres tienen empleos precarios, si
los tienen".
Todo esto nos hace plantearnos qué estamos haciendo
con nuestros menores. No deberíamos olvidar que ellos son el futuro de la
sociedad y que, independientemente de las familias, cabe al Estado la labor de
protección y de velar por su bienestar y seguridad. Debería ser ahora, en esta
situación tan dura cuando se desplegasen los medios para garantizar su pleno
desarrollo.
Como conclusión plantear la reflexión sobre estos
datos tan escalofriantes y lanzar la pregunta ¿qué podemos hacer nosotros para
cambiar esta situación?
Celia Iniesto Ortega
2º C1
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