Actualmente
la mayoría de los países desarrollados, como España, poseen una población
envejecida, gracias a los avances médicos y al ritmo de vida que viven nuestros
mayores esto es lógico. Y evidentemente no hay nada mejor que saber que cada
vez vamos a vivir más años, pero esto también trae consecuencias que nos afecta
a todos.
Hoy en día
en España, la tasa de paro supera el 25 %, lo que supone un gran descenso en
las cotizaciones en la Seguridad Social, y esto perjudica a los sectores más
vulnerables de la sociedad. Las personas mayores, no pueden disfrutar en
condiciones del privilegio de la jubilación y las soluciones que se plantean es
el aumento de la edad de jubilación. Por otro lado, la incorporación de la
mujer al mercado de trabajo ha provocado que el trabajo reproductivo que era cubierto
mayoritariamente por estas, pase a ser un reclamo para que el gobierno tome
parte en ello.
De ahí la
aparición de la Ley 39/2006, de 14 de
diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en
situación de Dependencia en España, anteriormente las leyes que trataban
temas relacionados con las personas dependientes en España eran meramente
contributivas, hasta 1990 (Ley 26/1990 de
Prestaciones no contributivas) donde las políticas sociales se empezaron a
volcar más en este sector.
La peculiaridad de esta
ley, es que buscaba lo que se había intentado evitar siempre en los Servicios
Sociales, la centralización. Buscaba igualdad territorial, universalidad y unos
derechos subjetivos, y para esto es necesaria una implicación directa tanto del
gobierno como de las CC.AA. Su nacimiento, supuso el desarrollo de una red de
servicios sociales (cuarto pilar) que hasta el momento en España era claramente
insuficiente.
El gobierno se
compromete a garantizar el desarrollo del SAAD (Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia), a través de una serie de
actuaciones tanto técnicas como de financiación (nivel mínimo: aportación
económica exclusiva del Estado por cada persona reconocida como dependiente, en
función de su grado y nivel). Y las CC.AA deben ofrecer aportaciones iguales a
las del Estado en función de criterios y ponderaciones específicas (población,
superficie, dispersión, insularidad, dictámenes, PIA, prestaciones y servicios
reconocidos), también pueden articular otro fondo adicional con cargo
exclusivamente a sus presupuestos.
El Estado aportará
más de 12.638 millones de euros desde 2007 hasta el 2015. El primer año serán 400 millones,
ascendiendo anualmente esta cifra hasta sumar 2.212 millones en 2015. Las Comunidades Autónomas deberán aportar
las mismas cantidades. Los usuarios sufragarán el 35% del total en función de
su renta. Si una familia puede pagar el 90% del coste de una residencia, así
deberá hacerlo durante todo el tiempo posible.
La Ley pretende
ser universal y dar prioridad a la teleasistencia ( sistema de ayuda dentro y fuera del hogar que
cubre las necesidades de aquellas personas que pueden requerir de atención
constante ó puntual y asistencia rápida en casos de urgencia durante las 24
horas ), la ayuda a domicilio y los centros de día, siendo «excepcional» el
pago de un sueldo al cuidador familiar, una vez se haya dado de alta en la Seguridad Social.
El
problema es que este planteamiento de la LAPAD (La ley
de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de
Dependencia) no se llegó a dar nunca por las siguientes
razones: las prestaciones económicas tanto de las CC.AA como del gobierno
central, que barajaban para donar a esta ley eran insuficientes para que las
personas dependientes pudiesen tener un nivel de vida digno; no solo hay
escasez financiera en este ámbito, sino que tampoco podemos contar con las
infraestructuras suficientes para llevar a cabo los objetivos de dicha ley. Nos
encontramos con una amplia demanda de centros de día y residencias y muy poca
oferta. De manera que una de las cosas que se criticó al presidente del
gobierno José Luis Rodríguez Zapatero al aprobar esta ley fue, que antes de
aprobarla debería haber construido los medios necesarios, para haberla llevado
a cabo correctamente con posterioridad; y por último la falta de concreción
sobre la documentación requerida, y la falta de equipos que evalúen y aprueben
esas solicitudes hizo que la ley se desarrollara con retraso.
Actualmente
los objetivos de la ley de dependencia
están obsoletos, desde su aprobación se intento poner en marcha pero fue
imposible, por los problemas que he explicado anteriormente.
La
situación actual de dicha ley es la siguiente: hay retrasos en los pagos por
parte de la Administración, congelación de los precios en los servicios
concertados, abuso de la prestación económica al cuidador informal,
aplazamiento de la incorporación al Sistema de los Dependientes moderados,
eliminación de la partida destina al nivel acordado. El Ministerio de Sanidad,
Asuntos sociales e igualdad, declara que un 61% del presupuesto va dirigido a
la dependencia…y esto no es suficiente. El sector privado de atención a la
dependencia, se encuentra en la cuerda floja, ya que denuncia que los recortes
a los que se está viendo expuesta esta ley puede suponer el cierre de empresas
y el despido de miles de empleados.
El pasado
30 de Marzo de 2012, el Consejo de Ministros, aprobó el anteproyecto de
Presupuestos Generales del Estado, que suponen un recorte de 27. 300 millones
de euros, con el fin de reducir el déficit público y alcanzar la estabilidad
presupuestaria.
Y estos
recortes también han llegado al Ministerio de Sanidad, Asuntos sociales e
Igualdad viendo reducida su asignación un 13,7% en este año. Ante este recorte
el Ministerio ha tenido que tomar partida, suprimiendo el nivel acordado de
dependencia de las CC.AA, es decir, un recorte de 283 millones de euros en la
partida dirigida a la LAPAD (estas medidas de ajuste fueron aprobadas por el
Real Decreto 20/2012 del 13 de Julio).
Aún así,
hay que decir que el gobierno ha intentado mermar lo máximo posible los
recortes en Servicios Sociales y especialmente en la ley de dependencia, al
suprimir el nivel acordado han aumentado un 18,7% la financiación del nivel
mínimo y han pedido a las CC.AA que ahorren para gastos de este sector.
El problema
es que nos encontramos con grandes desigualdades entre las CC.AA, donde por
ejemplo las personas dependientes de Castilla la Mancha están pasando muchas
calamidades.
Si hacemos
una reflexión sobre los datos que se han explicado, podremos observar que la
ley de dependencia es la que más se está viendo afecta por la crisis económica.
No solo por los recortes en su normativa, sino por las peculiaridades
demográficas que se están dando en España. La edad media de los ciudadanos cada
vez es más alta, por lo tanto habrá más personas no cotizantes año tras año, y
esto irremediablemente desembocará en que sea
inviable financiar los servicios derivados de esta prestación con las
aportaciones de los trabajadores.
Ángela Crespo Herrador, C1
Cristina Valdeavero Violat, C1
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