miércoles, 22 de mayo de 2013

TRASTORNOS DE ANSIEDAD


La ansiedad… esa sensación que todos en algún momento de nuestras vidas experimentamos pero a veces no sabemos muy bien porqué…

La ansiedad se puede definir como “una reacción emocional que surge ante las situaciones de alarma, o situaciones ambiguas, o de resultado incierto, y nos prepara para actuar ante ellas”.

Está formada por 3 tipos de reacciones o lo que en Psicología se llama “tridimensionalidad de la conducta”, los cuales interactúan constantemente.

El nivel cognitivo, es decir, lo que pensamos, el nivel fisiológico, todo lo relacionado con la parte física: tensión muscular, temblores, calor, molestias en el estómago y el nivel conductual, es decir, las conductas que la persona elige para sentirse mejor ante esas situaciones que le generan ansiedad.

Un gran número de personas vive la ansiedad como algo negativo, pero lo cierto es que sentir ansiedad no es malo, sino que es una reacción adaptativa que nos prepara para actuar de forma adecuada ante determinados tipos de situaciones, importantes para nosotros.

Ahora bien, en ocasiones este mecanismo de adaptación se activa y no sabemos muy bien porqué, ya que aparentemente no estamos ante un peligro. 

Entonces…¿Porqué si la ansiedad no es negativa, se asocia a problemas y malestar?. A veces, nuestra reacción de ansiedad es provocada por la amenaza subjetiva y una situación que en realidad no encierra un peligro real puede ser vista por nosotros como amenazante, anticipando unas consecuencias muy negativas. De esta forma, estaríamos malgastando nuestros recursos para adaptarnos y ocurriría lo contrario: tendríamos un exceso de tensión e impediría dicha adaptación. Cuando estas interpretaciones de traducen en un estado significativamente alto y general de ansiedad se considera un factor para el desarrollo de trastornos de ansiedad.

Los trastornos de ansiedad, son el grupo de trastornos mentales más frecuentes entre la población general.  En España, los estudios epidemiológicos recientes señalan una prevalencia anual de los de más de un 6% y más de un 15% de la población general sufrirá alguna vez a lo largo de su vida un trastorno de ansiedad.

Estos, en sus diferentes formas (trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo, fobia social, trastorno por estrés postraumático, agorafobia…) y dependiendo del grado de gravedad, pueden llegar a afectar significativamente a la vida cotidiana de las personas que los padecen, y sus diferentes áreas como la familiar, social y laboral.

Hay que aclarar, que estas situaciones sólo derivarán en trastornos psicopatológicos cuando la persona sufra un gran malestar emocional que no pueda dominar, y cuando le incapacite o condicione algún área de su vida, ya que mucha gente, se siente incómoda en los aviones sin tener fobia a volar o tienen manías sin llegar a ser obsesivos.

Así mismo, algunas veces estos se combinan con trastornos afectivos o del estado del ánimo, dificultando así un diagnóstico diferencial, así como la situación personal de la persona, ya que están muy relacionados unos con otros, siendo síntoma central de todos ellos la ansiedad.
Algunos de estos trastornos están más relacionados con miedos irracionales a animales, objetos o situaciones muy concretas (fobias específicas), otros incluyen pensamientos intrusivos e involuntarios (obsesiones) acompaños de actos (compulsiones) que se llevan a cabo para paliar la sensación de ansiedad que producen dichos pensamientos (trastorno obsesivo compulsivo), otros tienen que ver con una preocupación constante sobre la posibilidad de que sucedan desgracias como la muerte de un familiar o tener dificultades en el trabajo (trastorno de ansiedad generalizada) y otros afectan más directamente a la interacción social en forma de miedo irracional y desproporcionado a un cierto número de situaciones sociales de las cuales la persona tiende a protegerse mediante conductas de escape y evitación. Estas conductas van desde evitar ir a una fiesta, conocer gente nueva hasta comer en público o realizar llamadas telefónicas.

De esta manera las personas con este tipo de trastornos pueden llegar a padecer como consecuencia un aislamiento por parte, tanto de ellos mismos como de la sociedad. Por un lado, suelen ser personas a las que les cuesta relacionarse con los demás, y por otro, el desconocimiento y a veces la falta de comprensión por parte del resto puede dar lugar a situaciones de exclusión. 

María Ortiz Rogríguez 
Grupo C1

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