El nuevo escenario que encontramos en España, a causa de la
gran crisis que sufrimos desde hace casi 5 años, está produciendo grandes
cambios en la estructura económica y social del país.
El incremento imparable del paro desde el principio de la
crisis, la política de recortes en todos los ámbitos, crecientes subidas de impuestos y bajada de
salarios han hecho que se produjera una reducción generalizada del poder adquisitivo de
la mayor parte de la población.
Tan impresionante ha sido ese fenómeno, que ya podemos hablar
de los nuevos pobres en España, en contraste con otras regiones del Tercer
Mundo donde las clases medias parecen extenderse debido a un crecimiento
continuo de la economía.
Es importante analizar este cambio, puesto que como
Trabajadores Sociales nos tendremos que
enfrentar a ese escenario donde los recursos escasean, pero la necesidad se
multiplica. A continuación veremos algunos de los elementos que constituyen ese
cambio en la estructura social y que alternativas podría tener el Trabajo
Social al enfrentarse a ese problema.
El nuevo escenario de pobreza en España
Reconocerse como pobre y dar el paso de pedir ayuda no resulta
fácil. Menos aún si le toca hacerlo a un joven que hasta hace poco trabajaba o
contaba con apoyo familiar. Plantarse en la puerta de una parroquia no es una
solución que entre en los esquemas de personas que hasta hace unos años tenían
un coche, pagaban una hipoteca y salían de copas en el fin de semana. La dureza
de la crisis y la elevada tasa de desempleo (que roza el 50% entre los jóvenes)
ha cambiado, sin embargo, esta situación. Y los jóvenes necesitan cada vez más
ayudas sociales. “De los siete millones de personas que acuden a los Servicios
Sociales, el 18% son menores de 35 años”, concreta Tomás Fernández, profesor de
Trabajo Social y Servicios Sociales de la UNED. Son parte de los nuevos pobres,
pero a la mayoría le cuesta aceptar su situación y buscar ayuda más allá de la
tradicional red de apoyo familiar.
En estos
momentos existen en España 11,6 millones de personas en situación de pobreza o en
riesgo de caer en ella, según datos de la Red contra la Pobreza y Exclusión Social.
El diagnóstico se ve corroborado por Cáritas, que atendió 950.000 casos
en el año 2010. De esta cifra, 300.000 corresponden a personas que no habían
recurrido antes a su red de asistencia. El 38% del total tienen entre 18 y 35
años.
“Han aumentado sobre todo los
españoles”, explica Juan José López, del Equipo de Estudios de Cáritas España,
aunque el receptor mayoritario de las ayudas sigue siendo inmigrante (60%).
Atienden a familias con hijos (40%), pero cada vez acuden más personas solas
(del 21% al 30% desde 2008).“Percibimos cómo se van agotando las prestaciones y
cómo se endurecen los requisitos para acceder a ellas. La mayoría de esas
personas ya no tienen ingresos de ningún tipo”, añade López.
Un par de
datos adicionales ilustran el descalabro: las peticiones de renta mínima se
dispararon el 37,73% en 2009, y el Instituto Nacional de Estadística (INE) recoge que el 26,1% de los hogares
admite que llega a fin de mes con “dificultad o con mucha dificultad”.
La importancia del Trabajo Social
Los cambios estructurales derivados de la crisis económica están
suponiendo un aumento de la demanda de atención profesional por parte de la
ciudadanía. Esta situación ha hecho emerger a un nuevo grupo demandante de
servicios sociales desconocido hasta ahora, "los nuevos excluidos",
grupo conformado por desempleados/as de larga duración que soportan cargas
familiares, que no disponen de liquidez y que requieren de una respuesta
urgente.
Hoy en día, los/as trabajadores/as sociales han de fomentar el rol
de mediador para buscar alternativas a los nuevos problemas o necesidades que
se están produciendo. Están obligados a optimizar tanto los recursos que se
ofrecen desde cualquiera de las instituciones, y que se están viendo reducidos
por los recortes económicos, así como a potenciar los recursos personales y los
relacionales propios de la persona. Para ello, tendrán que utilizar diferentes
estrategias como la de reforzar las redes informales de apoyo del propio
individuo; impulsar el trabajo en red con los distintos profesionales que
trabajan dentro del sistema de protección social, además de seguir fomentando
la participación ciudadana.
Con respecto a este último aspecto hay que señalar que en los
últimos años se ha vivido una época de bonanza económica y de desarrollo del
sistema público de servicios sociales, que posibilitó la ampliación de las
prestaciones y recursos sociales, pero en detrimento de la perspectiva
comunitaria, propiciando, por parte de la ciudadanía, a una actuación más
individualista y menos solidaria. En un contexto de crisis económica como el
que estamos viviendo de merma de prestaciones y derechos, de recortes sociales
y presupuestarios, la cohesión social se hace más necesaria y como ciudadanos
nos deberíamos unir entendiendo que sin participación social no puede haber un
cambio.
Por lo tanto, como trabajadores/as sociales debemos fomentar la
participación de los ciudadanos desde un enfoque comunitario que promueva
acciones que incidan en éstos para que sean agentes de sus propios cambios. La
perspectiva comunitaria contempla tanto la perspectiva individual como la
colectiva, potenciando lo relacional a favor de una sociedad más unida. Así
pues en nuestra opinión, en el momento actual se hace necesario buscar
respuestas conjuntas, de manera que se recupere el sentido y la fuerza del
Trabajo Social comunitario.
Somos conscientes de que este contexto nos lleva a tener que
construir un nuevo acuerdo social, basado en el fortalecimiento de las redes
relacionales. Pero a pesar de lo complicado de la situación, tenemos la
creencia de que nuestro trabajo cobra, si cabe, mayor sentido en el momento
actual pues este consiste en apoyar el desarrollo y la construcción de redes
comunitarias y de apoyo social para conseguir la emancipación, autonomía y
bienestar de las personas.
Así pues en este contexto social, nuestro rol profesional, nos
interpela y nos compromete en la búsqueda de alternativas de mejora. En parte,
esta crisis, puede llegar a ser un reto para el cambio y que la sociedad sea
capaz de construir otras relaciones y otras estrategias para buscar soluciones
y respuestas a los problemas actuales, donde los trabajadores sociales seamos
mediadores y facilitadores del proceso.
Rafael de Souza Prudente C-2
Laura Alcázar Villalba C.2
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