viernes, 24 de mayo de 2013

Los nuevos pobres en España


El nuevo escenario que encontramos en España, a causa de la gran crisis que sufrimos desde hace casi 5 años, está produciendo grandes cambios en la estructura económica y social del país.
El incremento imparable del paro desde el principio de la crisis, la política de recortes en todos los ámbitos,  crecientes subidas de impuestos y bajada de salarios han hecho que se produjera una reducción generalizada del poder adquisitivo de la mayor parte de la población.
Tan impresionante ha sido ese fenómeno, que ya podemos hablar de los nuevos pobres en España, en contraste con otras regiones del Tercer Mundo donde las clases medias parecen extenderse debido a un crecimiento continuo de la economía.
Es importante analizar este cambio, puesto que como Trabajadores Sociales nos tendremos  que enfrentar a ese escenario donde los recursos escasean, pero la necesidad se multiplica. A continuación veremos algunos de los elementos que constituyen ese cambio en la estructura social y que alternativas podría tener el Trabajo Social al enfrentarse a ese problema.

El nuevo escenario de pobreza en España

Reconocerse como pobre y dar el paso de pedir ayuda no resulta fácil. Menos aún si le toca hacerlo a un joven que hasta hace poco trabajaba o contaba con apoyo familiar. Plantarse en la puerta de una parroquia no es una solución que entre en los esquemas de personas que hasta hace unos años tenían un coche, pagaban una hipoteca y salían de copas en el fin de semana. La dureza de la crisis y la elevada tasa de desempleo (que roza el 50% entre los jóvenes) ha cambiado, sin embargo, esta situación. Y los jóvenes necesitan cada vez más ayudas sociales. “De los siete millones de personas que acuden a los Servicios Sociales, el 18% son menores de 35 años”, concreta Tomás Fernández, profesor de Trabajo Social y Servicios Sociales de la UNED. Son parte de los nuevos pobres, pero a la mayoría le cuesta aceptar su situación y buscar ayuda más allá de la tradicional red de apoyo familiar.

En estos momentos existen en España 11,6 millones de personas en situación de pobreza o en riesgo de caer en ella, según datos de la Red contra la Pobreza y Exclusión Social. El diagnóstico se ve corroborado por Cáritas, que atendió 950.000 casos en el año 2010. De esta cifra, 300.000 corresponden a personas que no habían recurrido antes a su red de asistencia. El 38% del total tienen entre 18 y 35 años.
“Han aumentado sobre todo los españoles”, explica Juan José López, del Equipo de Estudios de Cáritas España, aunque el receptor mayoritario de las ayudas sigue siendo inmigrante (60%). Atienden a familias con hijos (40%), pero cada vez acuden más personas solas (del 21% al 30% desde 2008).“Percibimos cómo se van agotando las prestaciones y cómo se endurecen los requisitos para acceder a ellas. La mayoría de esas personas ya no tienen ingresos de ningún tipo”, añade López.
Un par de datos adicionales ilustran el descalabro: las peticiones de renta mínima se dispararon el 37,73% en 2009, y el Instituto Nacional de Estadística (INE) recoge que el 26,1% de los hogares admite que llega a fin de mes con “dificultad o con mucha dificultad”.

La importancia del Trabajo Social

Los cambios estructurales derivados de la crisis económica están suponiendo un aumento de la demanda de atención profesional por parte de la ciudadanía. Esta situación ha hecho emerger a un nuevo grupo demandante de servicios sociales desconocido hasta ahora, "los nuevos excluidos", grupo conformado por desempleados/as de larga duración que soportan cargas familiares, que no disponen de liquidez y que requieren de una respuesta urgente.
Hoy en día, los/as trabajadores/as sociales han de fomentar el rol de mediador para buscar alternativas a los nuevos problemas o necesidades que se están produciendo. Están obligados a optimizar tanto los recursos que se ofrecen desde cualquiera de las instituciones, y que se están viendo reducidos por los recortes económicos, así como a potenciar los recursos personales y los relacionales propios de la persona. Para ello, tendrán que utilizar diferentes estrategias como la de reforzar las redes informales de apoyo del propio individuo; impulsar el trabajo en red con los distintos profesionales que trabajan dentro del sistema de protección social, además de seguir fomentando la participación ciudadana.
Con respecto a este último aspecto hay que señalar que en los últimos años se ha vivido una época de bonanza económica y de desarrollo del sistema público de servicios sociales, que posibilitó la ampliación de las prestaciones y recursos sociales, pero en detrimento de la perspectiva comunitaria, propiciando, por parte de la ciudadanía, a una actuación más individualista y menos solidaria. En un contexto de crisis económica como el que estamos viviendo de merma de prestaciones y derechos, de recortes sociales y presupuestarios, la cohesión social se hace más necesaria y como ciudadanos nos deberíamos unir entendiendo que sin participación social no puede haber un cambio.
Por lo tanto, como trabajadores/as sociales debemos fomentar la participación de los ciudadanos desde un enfoque comunitario que promueva acciones que incidan en éstos para que sean agentes de sus propios cambios. La perspectiva comunitaria contempla tanto la perspectiva individual como la colectiva, potenciando lo relacional a favor de una sociedad más unida. Así pues en nuestra opinión, en el momento actual se hace necesario buscar respuestas conjuntas, de manera que se recupere el sentido y la fuerza del Trabajo Social comunitario.
Somos conscientes de que este contexto nos lleva a tener que construir un nuevo acuerdo social, basado en el fortalecimiento de las redes relacionales. Pero a pesar de lo complicado de la situación, tenemos la creencia de que nuestro trabajo cobra, si cabe, mayor sentido en el momento actual pues este consiste en apoyar el desarrollo y la construcción de redes comunitarias y de apoyo social para conseguir la emancipación, autonomía y bienestar de las personas.
Así pues en este contexto social, nuestro rol profesional, nos interpela y nos compromete en la búsqueda de alternativas de mejora. En parte, esta crisis, puede llegar a ser un reto para el cambio y que la sociedad sea capaz de construir otras relaciones y otras estrategias para buscar soluciones y respuestas a los problemas actuales, donde los trabajadores sociales seamos mediadores y facilitadores del proceso.


Rafael de Souza Prudente C-2
Laura Alcázar Villalba C.2

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