Cada día estamos rodeamos de móvil, ordenadores, tablets, etc. Desde
hace pocos años nos pasamos el día “conectados”. Ya no somos capaces de
imaginarnos un mundo sin Internet y
todas las ventajas que creemos que conlleva. Pero ¿podríamos encontrarnos ante una nueva forma de exclusión social?
Tras buscar información acerca del tema que he seleccionado, he
encontrado una tesis muy interesante, escrita por María Isabel Martínez en el
2013, la cual se ha hecho la misma pregunta que yo. A continuación os haré una
síntesis de lo que a mí me ha parecido más interesante de dicho investigación.
Mientras una parte de la sociedad de la información nos permite
controlar todo lo que nos rodea desde una tablet, un ordenador o mismamente
desde el teléfono móvil; permitiéndonos incluso controlar nuestro trabajo desde
la cama. Millones de personas carecen de esa cama, vivienda y no tiene acceso a
la más mínima de esas tecnologías.
En España, según el informe TIC hogares de la Comisión del Mercado de
las Telecomunicaciones, un tercio de los hogares no tiene acceso a Internet, y
un 31,7% de estos individuos pertenecen a una clase social baja o media/baja.
Siendo la principal causa para no contratar este servicio, el no disponer de
ordenador y considerarlo caro. Además el siE 2013 de Telefónica desvela que en
el último trimestre de 2012 se han producido un millón de altas de líneas de
datos para smartphones, con un precio medio de 23,2 euros al mes. En los
últimos años nos estamos encontrando con una desigualdad de acceso tecnológico.
Planteándonos ¿Qué sentido tiene todo
esto en la situación en la que nos encontramos en la actualidad, en la que más
del 21% de la población está por debajo del umbral de la pobreza?
Cada día presenciamos la transformación que la sociedad vive y vemos
como las nuevas tecnologías evolucionan de una forma, y a una velocidad tal,
que dejan atrás a todo aquel que no lleve el ritmo marcado por el progreso. La
nueva Sociedad del conocimiento es, en sí misma, un arma de doble filo: siendo
un elemento tanto inclusivo como exclusivo para aquella parte de la población,
que si no se “engancha” y se conecta a la red, si no participa y se relaciona
en sociedades virtuales quedará excluida y tendrá un riesgo de pobreza añadido
a su desconocimiento, a su incultura, su aislamiento social.
Según algunos estudios, si conseguimos que más ciudadanos tengan
acceso a las tecnologías de la información y hagan uso de la red, supondrá, que
su riesgo de exclusión social disminuya, puesto que tendrá acceso a más
información, a una calidad de vida mejor, etc.
Pero este problema ha llegado a más, ya que la situación actual de la
economía y del mercado de trabajo, dificulta nuevamente la reincorporación de
muchas personas al mercado laboral debido a que el acceso a las ofertas de
trabajo, muchas veces, se realizan por esta vía.
Según la
Fundación Telefónica , cuatro de cada cinco internautas
utiliza Internet para comunicarse, llegando la cifra hasta 93,4% en el caso de
los jóvenes de entre 16 y 24 años. El móvil es el método más utilizado, por
encima de la comunicación entre personas y dejando atrás al fijo, el correo
electrónico y al SMS. En cuando a frecuencias de uso nada gana, por el momento,
al contacto persona a persona, seguido por los SMS y continuando por las
llamadas al móvil, aunque si algo hay que destacar es el desmedido aumento que
ha experimentado la mensajería instantánea, como MSN, WhatsApp, Line, Gtalk,
etc.
Uno de los aspectos positivos que ha tenido esta nueva forma de
comunicarse, es que han venido a cubrir las necesidades de comunicación de
personas que por múltiples causas tenían dificultades para relacionarse, para
salir de casa e incluso para contactar con otros individuos. Pero yo me
pregunto ¿Qué pasa con ese 6,6% de los
jóvenes que no utilizan estos medios? ¿Al igual que las empresas, si no están
en Facebook o Twitter no existen?
Aunque todavía este imperante la forma de comunicación cara a cara, no
debemos olvidar que la mensajería instantánea es la forma más regular de
comunicarse por los jóvenes cuando no están con sus amigos, debido a su barato
coste. Siempre sale más barato “wasapear” que llamar. Además es una de las
técnicas más utilizadas para quedar los unos con los otros. Pero ¿y qué pasa con aquellas personas que no
puedan permitirse pagar una línea de Internet en su móvil? Posiblemente si
no pueden costearse Internet tampoco tendrán fijo, y probablemente no puedan
enterarse de lo que sus amigos planean.
De momento ésta hipótesis no se podrá resolver a ciencia cierta, ya
que solo estamos viviendo el principio de una nueva forma de comunicación. Si
es cierto, que este “problema” no es el más importante referente a la exclusión
social, ya que todavía hay personas que no tienen ni cubiertas sus necesidades más
primordiales de supervivencia. Pero en un futuro ¿podríamos encontrarnos ante una nueva forma de exclusión social? Aunque
todavía no tengamos la respuesta a esta pregunta, si es verdad que nos estamos
encontrando con nuevos problemas de adicción, sobre todo entre los jóvenes,
considerada por algunos expertos como una de las nuevas patologías del siglo
XXI.
Andrea García García
2ºC, C1
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